Más allá de los evidentes beneficios que conlleva apostar por el planeta en el que vivimos y preservar sus incontables espacios ricos en biodiversidad, donde especies animales y vegetales conviven en armonía con las poblaciones humanas, invertir en proyectos que sepan armonizar el turismo socialmente responsable con los paraísos terrenales es una estrategia sumamente redituable.
En Chalacatepec, invaluable ecosistema localizado en las espectaculares playas del municipio de Tomatlán, en el corazón de la Costalegre de Jalisco, dueña de espléndidas playas que miran al Océano Pacífico, precisamente está avanzando algo en esa dirección.
Allí sigue su marcha Xala, una inédita comunidad cuyos cimientos descansan en un profundo conocimiento del entorno natural que la rodea y una permanente comunicación con la cultura y la economía de quienes habitan la zona, contando con el respaldo de inversiones nacionales e internacionales.
La filosofía detrás de este modelo que busca compaginar un descanso de primer nivel con el respeto y disfrute de la naturaleza, va dirigida no solo a catapultar el desarrollo conjunto de la región, sino a generar dividendos a organismos como el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (IPEJAL), el cual decidió hace una década invertir en un esquema que, a nivel internacional, está entregando resultados a todos los actores involucrados.
La paciencia es el ingrediente clave en cualquier tipo de inversión. Esto lo entiende muy bien el Banco Mundial, el cual, a través de iniciativas como el Programa de Gestión Sostenible de la Tierra, ha demostrado que los ecosistemas saludables brindan una ayuda vital a las comunidades con escasos recursos.
Tomatlán es un dinámico productor frutal –plátanos, piñas, mangos– y sus alrededor de 39 mil habitantes viven primordialmente del campo, la pesca y el turismo, por lo que la inversión en un proyecto de corte sustentable como Xala, involucrado directamente en las actividades productivas de la población, se ajusta perfectamente a sus necesidades.
Debido a este enorme potencial, al aumento de la plusvalía de los terrenos después de 13 años y a la construcción de nueva infraestructura fundamental para toda la región –en 2023 estará funcionando la Aeropista de Chalacatepec, enorme puerta para la llegada de turistas y mercancías, el retorno de inversión de los más de mil 100 millones invertidos en Xala por el estado de Jalisco será superior a esa cifra.
Hasta el momento, se confirmó que Xala ya ha generado y pagado al IPEJAL 440 millones de pesos, dándole margen de maniobra a un Instituto que ha enfrentado diversos fraudes; dicho capital, más lo que se acumule, regresará a fortalecer el Fondo de Pensiones de las y los trabajadores estatales.
En los valiosos humedales de Chalacatepec, llenos de vida y protegidos por autoridades Federales y Estatales, nadie desea ni espera decenas de cuartos de hotel, grandes torres de departamentos, restaurantes por doquier o infraestructura invasiva con el entorno. Esto jamás será redituable en un paraíso natural como el que rodea al proyecto Xala; al contrario.
“Cuidar la naturaleza no es un lujo, es la base de la estabilidad económica, la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida”, afirma Karin Kemper, Directora de Prácticas Mundiales de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Economía Azul del Banco Mundial.
Xala apunta a este modelo. Es una comunidad que apuesta por dejar atrás años de proyectos que les dieron la espalda a los habitantes de las costas de Jalisco y encaminar cada esfuerzo hacia una evolución conjunta que integre el océano, la flora, la fauna y, por supuesto, las personas.
La resiliencia que han demostrado las mujeres y los hombres de Tomatlán y la conciencia que tiene Xala del inmenso valor que conlleva proteger el medio ambiente y contener los efectos del cambio climático, son los principales ingredientes de esta inversión estratégica en uno de los rincones más bellos del planeta.