Ver pinturas en un museo está muy bien, pero crearlas con tus propias manos puede ser aún mejor. Escuchar música es un deleite, pero aprender a componer y tocar tus propias canciones es algo que jamás vas a olvidar.
Una filosofía centrada en el trabajo colectivo y el encuentro con el arte, fue la esencia de los talleres de “Verano con Corazón”, el curso que la Fundación Xalaorganizó en la localidad de José María Morelos, cerca de la mágica playa de Chalacatepec, dando como resultado un cúmulo de experiencias que consolida aún más los cimientos de un proyecto social plenamente consciente del enorme potencial que tiene la Costalegre de Jalisco.
Este es el municipio de Tomatlán, a dos horas y media de Puerto Vallarta, una de las joyas turísticas mexicanas a nivel internacional.
Aquí, rodeados de algunos de los humedales más ricos en cuestión de biodiversidad en el planeta, 71 infantes y jóvenes, disfrutaron a lo largo de seis semanas de una amplia oferta de clases de pintura, dibujo, modelado y música al lado de expertos en la materia procedentes precisamente del puerto vallartense, propiciando una sinergia sin antecedentes en la zona.
Cada sábado la meta era crear juntos, hablar de los sueños a través del papel o la guitarra, poner en común todo eso que hace de Tomatlán un lugar único y, al mismo tiempo, dejar un legado para que futuras generaciones sepan que el arteestá allí para ayudarnos a entender mejor el mundo en el que vivimos y que los colores, olores, ritmos y tradiciones de la Costalegre jalisciense tienen mucho que contar.
Frente a más de 120 asistentes al evento de cierre, los niños, niñas y jóvenes de la comunidad levantaron con orgullo sus Diplomas el día de la clausura mientras las sonrisas atraviesan sus caras y son aplaudidos por los grandes líderes de José María Morelos, el delegado de la comunidad, el comisariado ejidal, directivos de escuelas y hasta profesoras retiradas. Por allá se veía al veterano trovador que toma su guitarra y empezaba su recital acompañado de una pequeña banda de niños y adolescentes; el mundo marino por supuesto que se hizo presente entre las piezas exhibidas: tortugas, peces, delfines, las palmeras y el sol sobre ese cielo azul que gozan casi todo el año; también se pudieron ver a todas esas mamás y papás que, después de ver cómo los pequeños recibían sus merecidos Diplomas, aplaudían a sus vecinos cuando les llegaba su turno… La fiesta fue redonda.
La sonrisa de una hija o un hijo es impagable, y justamente eso fue lo que consiguieron durante seis semanas Flor Guerrero y Karina Arellano, las maestras de arte que fueron guiando el trabajo de una entusiasta comunidad que, sin importar la edad, se metió de lleno al proceso creativo a través de espacios como “Entre colores y pinceles”.
Con el profesor Víctor López, por ejemplo, los estudiantes aprendieron a crear la música que solamente ellos eran capaces de imaginar, de la misma manera que hace muchos años, un mexicano enamorado de la tierra en que nació también a unos pasos del mar, le regaló al mundo esa extraordinaria pieza que le canta al histórico puerto de “Veracruz”: Agustín Lara.
El progreso de una región o un país, hace mucho que dejó de medirse únicamente mediante la productividad o factores económicos como el Producto Interno Bruto, y hoy el Índice de Desarrollo Humano que promueven las Naciones Unidas pasa también por la salud y la educación de la población, en especial de los más pequeños.
Siguiendo esa misma ruta, este tipo de actividades artísticas y culturales promovidas desde la Fundación Xala, responden perfectamente al último factor, a una educación integral de las futuras generaciones en aras de apostar por un crecimiento sustentable.
La respuesta de la comunidad a esta inédita iniciativa a cargo de la Fundación Xala, fue unánime.
Una vez concluidos los talleres que la Fundación diseñó junto a las profesoras, el día de la clausura no faltó quién pusiera el espacio y las sillas, madres y padres donaron su tiempo y sus ventiladores para mitigar el calor, el comisariado ejidal donó el espacio y el mobiliario, otros más construyeron los muebles necesarios, Protección Civil apoyó con la limpieza del lugar y Mario López, otro orgullosotomatlense, prestó su equipo de sonido.
Y, para rematar, quienes habían participado previamente en los talleres de cocina de la Fundación Xala ofrecieron a los talleristas y profesores raspados, pasteles, ceviches, donas y hasta comida oriental.
En resumen, “Verano con Corazón” fue una sinfonía de apoyo y solidaridad. “Haz un poco de bien donde sea que estés. Son esas pequeñas cosas puestas juntas las que emocionan al mundo”, dijo alguna vez Desmond Tutu, sacerdote y pacifista sudafricano a quien muy probablemente le habría encantado todo lo que pasó este verano en esta comunidad jalisciense que, en la manta de despedida que colgaron en el cierre del curso, supo resumir a la perfección el sentimiento colectivo:
“Gracias por crear momentos maravillosos con nosotros”.